Como ya hemos destacado en anteriores artículos, la ansiedad es un mecanismo natural adaptativo que nos permite estar alerta ante sucesos que pueden ser peligrosos para nuestra integridad. Sin embargo, cuando este mecanismo se convierte en un trastorno de ansiedad, siendo una de las condiciones psiquiátricas más frecuentes, se recetan ansiolíticos…
Debemos tener muy presente que el trastorno de ansiedad no se cura de esta manera. Como hemos dicho anteriormente, estos psicofármacos van a “adormecer” los síntomas del trastorno, pero, de este modo, no estamos actuando sobre la raíz del problema… Pongamos un ejemplo para entenderlo mejor:
-. Imaginemos que tenemos una higuera en nuestro jardín. Queremos que desaparezca de ahí y lo que hacemos para conseguir nuestro objetivo es podar las ramas de la misma. Así no conseguimos nada, porque esas ramas volverán a crecer y la higuera continuará en nuestro jardín siempre. Si de verdad queremos deshacernos de ella, lo que debemos hacer es arrancarla de raíz. Esto nos va a suponer más trabajo pero es la única forma efectiva de hacerlo.
Si personalizamos el ejemplo:
1- La higuera es el trastorno de ansiedad.
2- Las ramas de la higuera esos síntomas tan molestos: opresión torácica, dificultad para respirar, molestias abdominales, sensación de que perdemos el control,…
3- El acto de podar las ramas de la higuera ejerce el mismo efecto que los ansiolíticos en la ansiedad: calma los síntomas pero no curan.
4- Las raíces de la higuera son como las bases que nos han llevado a padecer el trastorno de ansiedad y que son justo el punto sobre el que tenemos que actuar: esos pensamientos intrusivos que tanto molestan, esas ideas negativas que tanto nos restan, esos miedos que tanto nos limitan,… Y sólo actuando de una manera efectiva sobre ellos, llegaremos a superar nuestro trastorno de ansiedad.
Volviendo al tema inicial que nos ocupa, es cometido del profesional en cuestión, recetar los ansiolíticos. En ninguno de los casos debemos tomar estos psicofármacos según demanda ya que pueden llegar a crear tolerancia y dependencia. Así, cada vez necesitaremos dosis mayores para conseguir el mismo resultado.
Los ansiolíticos actúan a nivel cerebral, potenciando la acción del neurotrasmisor GABA, que es el inhibidor neuronal más importante del Sistema Nervioso. Esto se traduce en una sensación de calma a nivel conductual y en una relajación muscular moderada, puesto que también tienen efectos sobre el sistema motor.
Para finalizar vamos a destacar la idea principal que debemos sacar de todo esto:
Los ansiolíticos NO CURAN LA ANSIEDAD, sino que son sólo un tratamiento sintomático, es decir, reducen la ansiedad cuando se presenta.
Este tratamiento psicofarmacológico contra la ansiedad no es un tratamiento completo. A través de la buena práctica de un tratamiento psicológico adaptado a la sintomatología personal de cada uno, debemos actuar sobre la raíz que nos ha llevado a padecer este trastorno.
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