En los últimos años, cada vez escuchamos más el término “bullying”.
No se trata de un fenómeno nuevo, sino que el acoso o bullying ha estado entre nosotros desde siempre.
Ahora bien, ¿a que llamamos exactamente acoso escolar o bullying?
Esta palabra anglosajona se utiliza de forma habitual para denominar a los típicos matones de clase. Es decir, cualquier tipo de maltratador, ya sea de forma física o psicológica.
El bullying es un fenómeno que se caracteriza por el acoso y/o intimidación del abusador sobre la víctima, dentro del ámbito escolar.
El acosador disfruta sintiéndose superior al acosado y se regocija con el sufrimiento de éste. La exposición repetida de esta condición por parte de la víctima puede traer consigo consecuencias graves a nivel psicológico. En algunos casos, alumnos que han sido víctimas de acoso escolar pueden llegar a incluso al suicidio.
Causas del acoso escolar
Estas pueden manifestarse por diferentes motivos (personales, familiares o escolares), y por esto hace que pueda darse en cualquier centro educativo, sea privado o público. Parece que en los centros grandes hay más riesgo de acoso escolar que en los pequeños, por la dificultad en la vigilancia de los primeros.
Una causa personal podría ser, la baja autoestima del acosador. Sentirse superior al acosado sería una manera de suplir la poca confianza en sí mismo.
En cuanto a las causas familiares, el origen de la violencia de los niños acosadores podría encontrarse en el modelo de progenitores agresivos.
Además, la tensión económica, la mala relación con sus progenitores, los valores adquiridos, la ausencia de reglas de convivencia, etc. podrían ser causas probables del desarrollo de esta conducta.
Consecuencias y efectos
Las víctimas de acoso escolar pueden sufrir distintos efectos psicológicos, todos ellos negativos.
Una investigación realizada en 2014 llegó a la conclusión de que los efectos psicológicos negativos que sufren las personas que sufren bullying, permanecen durante 40 años después de haber sido víctima de acoso.
Esto debería hacernos reflexionar sobre el grave impacto psicológico en el resto de la vida de la persona afectada, presentando habitualmente peores indicadores de su salud mental y física y un peor desempeño cognitivo respecto a los individuos que no sufrieron acoso.
Efectos del acoso
- Tristeza, melancolía que podría desencadenar en depresión.
- Bajo rendimiento escolar o laboral.
- Autoestima muy baja.
- Sensibilidad extrema a lo que ocurre en el exterior.
- Desconfianza hacia la sociedad.
Otros síntomas habituales
1. Estrés
Las víctimas de acoso escolar no solo presentan estrés durante la época escolar, sino también años después. Un estudio ha revelado que las personas afectadas segregan más cortisol, una hormona directamente implicada en la sensación de estrés.
2. Ansiedad y depresión
Otra investigación detectó que las víctimas de acoso tenían una mayor probabilidad de sufrir trastornos como la agorafobia, trastorno de ansiedad generalizado y crisis de pánico. También presentaban mayores tasas de depresión y de aislamiento social.
3. Somatizaciones
Pueden también presentarse trastornos psicosomáticos.
4. Suicidio
Otro estudio encontró una mayor probabilidad de suicidios en estas personas.
5. Problemas en la socialización y en el futuro laboral
Las víctimas de acoso en la escuela presentan, estadísticamente, peores indicadores en lo que refiere a su calidad de vida familiar y en su capacidad adquisitiva en su vida adulta. Pueden sufrir un peor desempeño en sus habilidades sociales y comunicativas.
Existen distintos tipos de bullying o acoso escolar
1. Bullying verbal
Se caracteriza porque el acosador se dirige a la víctima con palabras crueles, insultos, amenazas, intimidación, bromas y frases excluyentes sobre su apariencia, condición sexual, raza o discapacidad.
Los niños que son víctimas de este tipo de bullying pueden mostrarse ausentes, malhumorados o mostrar un cambio de apetito. Además pueden decir algo de lo que les han dicho y preguntar si es cierto.
2. Bullying físico
Se caracteriza por un comportamiento agresivo e intimidatorio por parte del acosador, utilizando patadas, golpes, zancadillas, bloqueos o empujones. Es la forma más conocida de bullying.
Lamentablemente, muchos niños no cuentan a sus padres lo que les sucede. Pero los padres pueden detectar si su hijo está sufriendo acoso escolar físico porque suele tener marcas (cortes, moratones, ropa rota, etc ) en el cuerpo, lo que es de por sí una señal de alarma. La víctima puede quejarse frecuentemente de dolores de cabeza o de barriga.
3. Bullying social o relacional
Este tipo de bullying es más complicado de detectar y suele suceder a espaldas de la víctima. El objetivo suele ser que la persona no forme parte de un grupo. Ya sea en el comedor, en los partidos de fútbol del recreo o cualquier actividad social o educativa del centro, la víctima es ninguneada o repudiada por sus compañeros.
Es frecuente que la víctima muestre cambios de humor, evite los grupos de compañeros y esté solo más de lo normal. Las chicas son más propensas a sufrir este tipo de bullying. El dolor emocional producido por el bullying social puede ser igual de intenso que el sufrido por el bullying físico y las secuelas puede durar incluso más tiempo.
4. Cyberbullying
Es un fenómeno que ha nacido debido al auge de las redes sociales. Se caracteriza por el acoso o la intimidación producida a través de las redes sociales, mensajes de texto e emails. A través del medio digital, el acosador difunde falsos rumores, mentiras, amenazas, comentarios sexistas o racistas, causando un enorme malestar y problemas psicológicos y emocionales en la víctima.
Una de las señales de alarma es que la víctima pase mucho tiempo online y se muestre triste y/o ansioso después. Puede también tener problemas para dormir, incluso suplicar no ir al colegio, ausentándose de actividades que antes disfrutaba.
5. Bullying carnal
Es posiblemente el más complicado de analizar, pues muchos adultos se niegan a aceptar que haya niños que realicen este tipo de conductas. Esta clase de acoso en la escuela se caracteriza por comentarios machistas u obscenos, por tocar a la víctima en lugares íntimos o presionar a ésta para que haga algo que no quiere (por ejemplo, ver películas para adultos). Esta clase de bullying puede causar graves problemas psicológicos y marcar para siempre las relaciones íntimas y afectivas de la víctima.
Generalmente, la víctima no expresa lo que le ocurre, pero evitará situaciones en las que pueda encontrarse con el acosador. Por ejemplo, no asistiendo la escuela.
Los agresores escogen a quien tiende a no quejarse, a quien no pone resistencia, pero nada tiene que ver con la valía personal.
El hecho de que existan diferentes tipos de bullying, nos muestra hasta qué punto las acciones orientadas a dañar o atacar a otros pueden adoptar diferentes formas. Por eso, es responsabilidad de los adultos y de los cuidadores detectar estas formas de violencia física o psicológica y ponerles freno, protegiendo las necesidades de las víctimas.
Es vital que los estereotipos sobre lo que es violencia y lo que no lo es, no sirvan como excusa para no querer ver y normalizar comportamientos inaceptables que, si bien no tienen que ver con las palizas o las heridas, dejan marcas psicológicas que pueden truncar la calidad de vida de los niños y niñas durante años, o incluso durante toda su vida.
Normalmente un niño que decide hacer daño a otro, tiene problemas. Puede que algo vaya mal en su entorno familiar, tenga carencias afectivas, necesitan desahogar el odio que lleva dentro y atacando, siente una sensación de poder que aparentemente les hacen olvidar el resto de sus problemas.
Carecen de empatía, piensan que siendo agresores no serán víctimas. Pero tarde o temprano también acabarán sufriendo las consecuencias de haber hecho daño a los demás. Suelen ser niños con incapacidad para relacionarse satisfactoriamente, arrastran muchos problemas y la manera de ocultarlos y de engañarse a sí mismos, sería dañando a los demás.
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