Durante muchos años, el consumo de morfina y derivados de los mismos, ha sido visto con cierta aprensión, miedo o respeto, quizá por falta de conocimiento, de información sobre los mismos.
Los opioides durante muchos años han sido utilizados para el tratamiento, ya los egipcios, ya en Mesopotamia se usaba la morfina, no solo para el dolor oncológico, sino también para otro tipo de dolores, migrañas, dolores musculares.
Y durante todo este tiempo, han sido un gran estandarte y pilar para el tratamiento del dolor crónico.
Si se utilizan con sensatez, no tienen por qué producir adicción o dependencia sobre un paciente.
El control adecuado de estos fármacos, produce una excelente analgesia, sin tener estos efectos adversos, bien es cierto que de los opioides, todos ellos cada día mejoran sus propiedades y efectos adversos, mejoran en su calidad analgésica, hay muchos tipos de aplicaciones, se pueden con parches, con fármacos de liberación retardada.
Todo eso ellos aportan un plus, aportan algo realmente valido y excepcional para el tratamiento del dolor.
No debemos tener miedo a ellos, sí debemos tener un uso con sentido común y con un control adecuado.
Fuente: Doctor Juan Pérez Cajaraville, Responsable de la Unidad del Dolor de la Clínica Universidad de Navarra
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