Generalmente, decimos que “como llega el verano y las temperaturas suben nuestros movimientos son más lentos, tenemos menos energía debido al calor,…” o “Ante la llegada del invierno es normal que sienta apatía, desesperanza, tristeza por dejar el buen clima, pérdida de interés por las cosas,…”,…
Puede que tengas más sueño, que te apetezca menos hacer las actividades diarias, parece que no tienes energía suficiente para afrontar las tareas cotidianas,…. Esto es normal ante un cambio estacional, ya que nuestro cuerpo debe adaptarse a las nuevas condiciones de luz y temperatura. Pero si estos síntomas continúan durante un periodo prolongado de tiempo, puede que estemos ante un caso típico de Trastorno Afectivo Estacional.
Es un trastorno que afecta más a las mujeres, por su labilidad emocional, y a los jóvenes, por estar en pleno proceso de maduración y cambio.
También existe una diferencia notable según el Efecto de la luminosidad: este efecto se produce por la posición de la Tierra con respecto al sol. Así las personas que viven en países más cercanos al Ecuador, y que reciben mayor cantidad de luz solar durante todo el año, son menos propensas a padecer este tipo de trastorno afectivo en relación a las personas que viven en países más cercanos a los Polos, los cuales reciben una cantidad de luz solar mucho menos estable. En estos países tan cercanos a los polos se sufren grandes cambios en la cantidad de luz que reciben a lo largo del año. En invierno pasan seis meses de noche sin día y en verano viven, durante seis meses, un día continuo sin noche.
La causa de este trastorno está en la alteración de nuestro reloj interno. Este reloj ajusta nuestros ritmos biológicos, que son los encargados de gestionar los niveles hormonales, las conductas de sueño y alimentación, con las condiciones ambientales del entorno del individuo en cuestión.
Un claro ejemplo del funcionamiento de este reloj lo podemos ver en el llamado jet lag, también conocido como descompensación horaria o síndrome de los husos horarios. Es un desequilibrio producido entre el reloj interno de una persona, que como hemos dicho anteriormente marca los periodos de sueño-vigilia, y el nuevo horario que se establece al viajar en avión a largas distancias, a través de varias regiones horarias. Así, durante unos días sentiremos cansancio, desordenes en la alimentación y en el sueño,… Son síntomas similares a los que podemos llegar a sentir en la Depresión Estacional, pero en este caso son mucho más incapacitantes y persistentes en el tiempo. Y, en el caso de que estos síntomas perduraran más de una estación, hablaríamos de una sintomatología propia de Depresión Mayor.
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