La gente tiene que saber que el autismo no es una enfermedad, es un trastorno en el desarrollo en el que los niños desde recién nacidos, no responden a los mismos estímulos que otros bebes y se encierran en sí mismos.
El autismo no es sólo un problema fisiológico o de la manera como está conectado el cerebro, también es un problema emocional, porque desde pequeños los niños y niñas con autismo, sufren muchos desencuentros y rechazos por su forma de comunicarse.
Hasta ahora la ciencia no ha podido afirmar si el autismo es un efecto directo de un error genético. Al parecer se desarrolla por un complejo sistema en el que hay factores ambientales y genéticos, hay quienes lo relacionan con el sistema límbico, hay quienes sugieren que se trata de un efecto de la dieta de los padres, pero estas hipótesis no se han probado porque los antecedentes cambian mucho de un paciente a otro.
El conjunto de trastornos característicos del autismo ha aumentado en los últimos años, se estima que entre seis y siete niños de cada mil recién nacidos, pueden tener este trastorno. Debido a este aumento en el número de casos, es muy importante observar los indicadores tempranos.
Las terapias para el autismo se dividen en dos grupos:
- Reeducativa
- Reconstructiva
La reeducativa enseña a los pacientes a responder a ciertos estímulos comunes en el trato con las personas.
Las reconstructivas buscan llegar al núcleo de la mente, en el cual se ha encerrado el paciente autista e invitarlo a salir.
Elegir la terapia adecuada solo debe hacerse después de una evaluación personalizada.
A pesar de que el autismo es un problema que puede ser atenuado con estimulación temprana, como norma general la mayoría de los pacientes tardan entre dos o tres años en ser bien diagnosticados, lo que hace que se pierda tiempo y oportunidad para el tratamiento.
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