Aún así es posible superarlo con mucha paciencia, una gran compromiso con el cambio futuro, tiempo y la ayuda de un profesional. Básicamente debemos de tener la capacidad de afrontamiento necesaria para mirar a este temido enemigo de frente.
1- Lo que experimenta una persona que está sufriendo un ataque de pánico es desagradable pero no entraña daño o peligro extremo. Es esencial que tengas el convencimiento de que, en realidad, nada malo te puede suceder. Igual de importante es saber que cuanto más nervioso te percibas, más nerviosismo generarás hacia el estrés y estarás alimentado ese círculo vicioso de pensamientos negativos.
2- No te adelantes de forma negativa a las consecuencias que esto pueda llegar a tener. Por el contrario, un pensamiento positivo acerca del futuro te ayudará a recuperar un poco la tranquilidad.
3- Trata de aceptar todas las emociones negativas que estás sintiendo e intenta controlarlas.
4- Evitar el miedo no es la solución. Debemos luchar contra él. Considera la situación que estás viviendo como una oportunidad para fortalecerte ante él.
5- Conforme vayas recuperando la normalidad, debes pensar en una actividad gratificante que puedas realizar después de este amargo trago. Esto te ayudará a calmarte más rápido. No tomes como alternativa quedarte en casa, en el sofá, aislándote del mundo y lamentándote por lo sucedido. Esta actitud, en lugar de ayudarte, te perjudica aún más.
6- Retoma la actividad que estabas realizando cuando sufriste este ataque de pánico. Procura no evitar situaciones, lugares, personas porque esa no es la solución. Además, esos lugares, situaciones,… no son los culpables del malestar vivido…
Cuando sufrimos un ataque de pánico las reacciones fisiológicas que se dan en nuestro cuerpo son tan fuertes que muchas personas se adelantan al futuro y se ven como posibles víctimas de sufrir un infarto que les lleve a la muerte. Es decir, lo que está ocurriendo en estos casos es que, estas personas, más allá del miedo que puedan sentir por los síntomas que en ese momento están padeciendo, temen las consecuencias futuras…
Justamente ahí es hacia donde nos debemos dirigir: es necesario controlar esos pensamientos negativos acerca del futuro, de las consecuencias o problemas físicos que podamos llegar a sufrir.
Por ello, es importante aprender a contraponer pensamientos. Veamos algunos ejemplos:
-. “No quiero que nadie sepa lo que me ocurre, me avergüenzo” / “No pasa nada, no me da vergüenza expresar lo que me pasa”
-. “Lo mejor será que evite los síntomas” / “Voy a enfrentarme a esto”
-. “No puedo vencer esta situación” / “Si quiero, puedo conseguirlo, debo intentarlo”
-. “Quiero que esto termine ya” / “Todo lleva su tiempo, si continúo practicando, lo conseguiré”
-. “Debo permanecer alerta” / “No puedo estar alerta por eso”
-. “No estoy tranquilo si no me aseguran que no hay riesgos” / “La incertidumbre acerca de lo que me está pasando es tolerable”
Controlar el pánico es tarea complicada, pero si lo intentas y te esfuerzas, lo conseguirás. Empieza por tratar de controlar esos pensamientos negativos, esas falsas predicciones acerca del futuro y no evites ni los síntomas, ni las situaciones,…
Muchas veces no podemos realizar esta tarea en soledad. Es posible que necesites ayuda profesional. No lo dudes y hazlo. La vida es maravillosa y tienes todo el derecho del mundo de ser feliz…
Fuente: Helena Gorostidi Zambrana
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