De ahí la razón de su nombre.
Realmente no se conoce la causa exacta del Trastorno Bipolar. Los investigadores piensan que se debe a un desequilibrio de ciertas sustancias bioquímicas en el cerebro. También se ha relacionado con este trastorno: la existencia de una lesión cerebral, causas psicosociales (un medio violento, estresante y opresivo en el hogar puede ser el detonante si la persona tiene predisposición genética) y el consumo de drogas o alcohol que perjudican las funciones neuronales y aumentan el riesgo de padecerlo si la persona tiene antecedentes familiares, ya que este trastorno es heredable en un 80%.
A continuación podéis encontrar algunos consejos para la convivencia con un TB:
1- Conocer la enfermedad: Leer libros, contactar con asociaciones y educarse (aprender conceptos, tipos diferentes de tratamientos, ir a grupos de ayuda, psicoterapias…)
2- Distinguir entre varias fases del trastorno: En las crisis de manía e
hipomanía se tiene poca colaboración; en la depresión normalmente sí que se colabora; y en la fase de eutimia (episodio de normalidad) prácticamente no hay síntomas.
3- Identificar las señales de alarma de inicio de una crisis, es decir, debemos estar atentos a los denominados pródromos o síntomas iniciales, antes de que estos sean más graves y puedan darse situaciones de riesgo. Actuar con serenidad y sentido común. Es importante no culpabilizar a nadie de la situación.
4- En momentos de eutimia, fomentar el trabajo en equipo planificando estrategias conjuntas, entre el afectado, los familiares, amigos y el psiquiatra y/o psicólogo. Así serán más fácil de afrontar futuros episodios agudos. Es importante tener cerca una copia del informe psiquiátrico actualizado.
5- Frente a la existencia de situaciones que sugieran un trastorno bipolar, se ha de consultar con un médico especialista que realice un diagnóstico por medio de una entrevista clínica. Si ya se tiene, y dudamos sobre la efectividad del actual tratamiento, será necesario realizar una consulta con el profesional que esté llevando a cabo dicho tratamiento.
6- Si existen síntomas depresivos o eufóricos evitar el hecho de que el afectado tome decisiones transcendentes, al menos hasta que se estabilice el ánimo del paciente.
7- Frente a un episodio grave, contactar con su psiquiatra, llamar al teléfono de emergencia 112 o llevar al afectado a urgencias psiquiátricas.
8- Queda prohibido el consumo de alcohol o drogas.
9- Crear un ambiente familiar relajado. No consentir comportamientos agresivos (disminuir las situaciones de riesgo y controlar los objetos de riesgo). No admitir comportamientos egocentristas.
10- Mantener una red social de familiares, amigos y asociaciones, para tener ayuda frente un episodio de crisis.
11- No confundir los síntomas con actitudes voluntarias.
12- Vigilar la interacción con otros medicamentos, y vigilar los cambios
estacionales.
13- Controlar la toma de medicación. No auto medicar al afectado. No permitir que deje de tomar la medicación, intentar convencerle de que es una forma de evitar el ingreso hospitalario o tener una crisis más grave.
14- No sobreproteger ni culpabiliza al afectado.
En episodios maníacos-hipomaníacos:
-. Evitar discusiones que incrementen la irritabilidad. Mantener una interacción no hostil: gesticulación y tono de voz adecuados, tratar de calmarlo. No llevar la contraria a los planes o ideas propias del paciente ya que normalmente se enfadarán y no entrarán en razón. Tampoco se han de fomentar sus delirios. En conversaciones fuera de lo corriente habrá que cambiar de tema, no responder, u ofrecer versiones alternativas a ese discurso alterado.
-. Minimizar situaciones de riesgo como compras, inversiones…Controlar los
gastos, tarjetas de crédito, talonarios. En algunas situaciones excepcionales
se puede considerar una incapacidad legal del afectado. La incapacidad se
declara cuando una persona sufre una enfermedad que le impide gobernarse a sí mismo.
-. Recordar que cuando más grande es la euforia, más dura es la caída.
En episodios depresivos:
-. Controlar las ideas suicidas. Hacerle notar que su vida es importante
para usted. Crear turnos de vigilancia, en caso de que sea necesario.
-. No dejar la medicación al alcance del afectado. Controlar la toma de medicación.
-. Mejorar y controlar los hábitos saludables: dormir menos de 9 horas,
alimentación, higiene y cuidado personal…
-. Intentar continuar con la rutina habitual de vida.
-. Animarlos a practicar ejercicio físico, a realizar actividades gratificantes de
relajación o distracción, salir a pasear,…
-. Tratar de hacer tareas con él, para que recupere la confianza poco a poco.
-. Posponer situaciones estresantes.
-. Impedir la recriminación y autocrítica.
-. A un enfermo depresivo no hace falta intentar consolarlo del motivo de su
depresión ya que este no es el motivo “real”.
-. La ayuda más valiosa es recordar que todo desaparecerá espontáneamente cuando pase el episodio.
-. Paciencia, ayuda, y comprensión sinceros, sin insistir ni agobiar.
“En los momentos difíciles, busca fortaleza dentro de ti y déjala fluir…Verás como encuentras aquellas reservas que te llenarán de ánimo, optimismo y vitalidad…”
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