Las personas que padecen este trastorno, eluden cualquier tipo de actividad social y son muy sensibles a las críticas, a la evaluación negativa o al juicio social.
Se sienten inadecuados, creen que son inferiores a todos los demás. Por todo ello, piensan que pueden ser rechazados, humillados o ridiculizados por otros.
Creen que están siendo observados por los demás, que son el objetivo de las críticas,… Todos estos pensamientos les hacen sentir miedo…
¿Qué rasgos tiene una persona con esta problemática?
-. Sienten angustia e inquietud cuando están solos. No se ven capaces de cuidar de sí mismos.
-. Son personas desconfiadas y esto tiene su origen en el miedo que tienen a encontrarse en un compromiso, a que les hagan daño o a ser vistos como inferiores a los demás.
-. No son capaces de mostrar sus desacuerdos y, si lo hacen, les cuesta muchísimo, porque temen el rechazo de los demás.
-. Les cuesta mucho tomar decisiones sin el consejo de los demás.
-. Delegan en otros sus responsabilidades.
-. Tienen un altísimo deseo de aceptación, lo que en ocasiones les lleva a realizar actividades desagradables por los demás.
-. Falta de iniciativa. No confían en ellos mismos, en sus razonamientos, en la persona que son…
-. Falta de habilidades sociales lo que les lleva a establecer muy pocas relaciones con las demás personas y, las relaciones que establecen, están basadas en la dependencia.
-. No toleran la soledad y, pese a que puedan llegar a buscarla, su miedo al abandono rebasa las fronteras de lo razonable.
Todos estos rasgos, si son marcados y limitan a vida de la persona, deben ser tratados por un profesional, ya que, de lo contrario, conducen a un estilo de vida completamente desadaptado. Si el miedo a ser evaluado negativamente por los demás consigue impedir que la persona estudie, trabaje o simplemente salga a la calle y pueda hacer sus recados, estamos hablando de trastorno. Si por el contrario estos rasgos descritos anteriormente no impiden el funcionamiento relativamente normal de la persona, tan solo podemos decir que, esa persona, tiene tendencia a la evitación.
El tratamiento de este trastorno no es fácil. Básicamente es por la falta de confianza que siente la persona, incluso hacia el psicólogo. Muchas personas que padecen este trastorno llegan a pensar que el profesional va a censurarlo, a burlarse de él, a rechazarlo,… Conseguir superar esta barrera es uno de los pasos esenciales y más importantes para conseguir dejar atrás el problema.
Suele ser muy normal que este trastorno esté asociado a experiencias de la infancia. En el caso de que suceda esta asociación, será necesario dar solución tanto a la problemática que causa inquietud y angustia en relación a esos recuerdos de la infancia, como a los miedos que se despiertan automáticamente y que limitan el día a día.
Si sospechas que tienes este problema, no esperes más, no dudes y pide ayuda a los profesionales adecuados. Puede que no te sientas listo para pedir ayuda a un psicólogo. Si es así, sería conveniente que pensaras en cómo te gustaría que fuera ese profesional que va a ayudarte a superar estos miedos: hombre, mujer, joven, mayor,… Comenta todo esto con las personas de confianza que tengas alrededor. Estoy segura de que encontrarás a alguien que te genere confianza. Si no es ahora ¿cuándo?
No eres responsable de todo lo que pasa a tu alrededor, pero sí de cómo reaccionas ante ello.
Fuente: Helena Gorostidi Zambrana
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