En nuestra sociedad el mundo de las sensaciones y las emociones ha estado durante mucho tiempo desatendido y ha sido la racionalidad la que ha cotizado en alza. No obstante, la intuición, siempre con la criba de la razón, nos puede ser de mucha ayuda en situaciones de toma de decisiones o de resolución de problemas.
Uno de los puntos clave para agudizar nuestra intuición, es activar nuestra escucha interior, es decir, debemos pararnos a observar lo qué sentimos, lo qué decimos, o lo qué hacemos. Además, podemos seguir estos pequeños consejos:
Ejercita los sentidos:
La intuición se alimenta de la información acumulada en nuestra memoria inconsciente, por ello, para potenciar la intuición será necesario ampliar los datos que acumula esta memoria. De esta manera será mucho más sencillo llegar a conclusiones intuitivas. Así, debemos acumular la mayor cantidad de datos acerca del entorno que nos rodea y, para ello, es imprescindible la labor de nuestros sentidos. La primera puerta que pasa la realidad que nos rodea está formada por nuestros cinco sentidos: vista, oído, gusto, olfato y tacto. Cuanto más ágiles los conservemos, más información podrán acumular de nuestro entorno. Tratemos de observar los objetos de nuestro alrededor de una manera consciente, fijándonos en los pequeños detalles de los mismos. Asimismo, escucha atentamente a los demás y a ti mismo, trata de que exista concordancia entre lo que dices, haces y piensas. Nuestra percepción corporal también puede mejorar, notando qué partes de nuestro cuerpo se tensan ante determinadas situaciones o personas. Desarrolla el gusto saboreando nuevos alimentos, come de forma consciente, regálate ese momento para disfrutar de los sabores en tu boca. Ejercita el olfato tratando de identificar olores…
Entrena tus sentidos para que puedan captar mucha más información, lo que sin duda afinará la intuición.
Desarrolla tu sensibilidad:
Todos tenemos en nuestro poder esa intuición que es la inteligencia que nos ayuda a solucionar problemas, comprender las cosas que nos suceden,…
Es esencial aprender a escucharnos.
Cuando nos enfrentemos a la problemática de no saber qué elegir, podemos seguir este consejo:
Dentro de ese manojo de nervios ante la disyuntiva en cuestión, regálate un momento de soledad y reposo para poder visualizar las dos opciones posibles.
Ahora elige una de las dos y trata de visualizar con el máximo número de detalles posibles, la consecuencia de tal elección. Cuestiónate cómo te sientes al respecto, si estás cómodo con la elección,… A continuación haz lo mismo con la segunda opción y repite los pasos anteriores. Una vez realizadas ambas visualizaciones trata de comparar lo que has sentido con una y otra, es decir, escucha tu intuición. Trata de elegir la opción que te ofrezca mayor sensación de bienestar o realiza los ajustes necesarios para sentirte acorde con ella.
El inconsciente continúa con su trabajo:
Cuando hayas realizado todo el esfuerzo para solucionar una cuestión por medio de la razón, trata de dejar que el pensamiento inconsciente lo resuelva.
Primero has de identificar el problema a resolver. Después reúne toda la información posible al respecto. A continuación debemos pedirle a nuestro inconsciente que siga trabajando sobre el problema mientras lo apartamos de la conciencia y nos dedicamos a realizar otras tareas. Es decir, deja reposar al problema en tu cabeza y trata de no volver a él. Lleva a cabo cualquier actividad que te relaje y te ayude a desconectar. Es muy probable que transcurrido un tiempo, la solución al problema sobrevenga a tu mente! Por último realiza un feedback positivo que ayude a reforzar tu intuición, ejercicio tan sencillo como comprobar que tu intuición era acertada.
“La vida no es fácil para ninguno de nosotros. Pero… ¡Qué importa! Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo. Hay que sentirse dotado para realizar alguna cosa y que esa cosa hay que alcanzarla, cueste lo que cueste.” Marie Curie.
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