ORIGEN
Desde los tiempos de la prehistoria, el hombre siempre ha tratado de eliminar los dolores que le aquejan, siendo la propia naturaleza al su alrededor, la que le proporciona los remedios eficaces para calmarlos y dominarlos.
La corteza del sauce blanco ha sido utilizada desde tiempos antiguos como el remedio contra la fiebre y el dolor. En el siglo V a.C., el gran sabio de la medicina de Grecia, Hipócrates de Cos, empleaba una mezcla de elementos extraídos de las hojas y la corteza de sauce blanco, para aliviar los dolores y la fiebre de sus pacientes, así también los antiguos egipcios y los amerindios y pueblos hispanorromanos.
En plena Edad Media, se preparaba un brebaje hecho de agua hervida con corteza del sauce, y se le daban a beber a la gente, curando muchos de sus padecimientos. Posteriormente, en el siglo XVIII, Edward Stone, reverendo de la Iglesia de Inglaterra, presentó un escrito, a Lord Macclesfield, quien era el presidente de la Real Sociedad de Ciencia Inglesa, indicando las extraordinarias propiedades terapéuticas de la corteza de sauce blanco destacando su efecto antipirético.
Ya en la década de los 20 del siglo XIX,en 1828, Johann A. Buchner, profesor de Farmacia en la Universidad de Múnich, logró aislar una substancia amarillenta en forma de cristales de sabor muy amargo que llamó salicina. No obstante, dos años antes, los italianos Brugnatelli y Fontana hallaron ese mismo extracto, pero de manera muy impura, y nunca pudieron demostrar que la sustancia era la autora de los efectos farmacológicos de la corteza de sauce blanco. La salicina también se encontraba en otras plantas como la Spiraea ulmaria, que más tarde inspiraría el nombre de Aspirina.
En 1859, Herman Kolbe consiguió ácido salicílico, síntesis de la salicina. Este compuesto presentaba ciertos inconvenientes, como su gran sabor amargo y la irritación en el estómago que dejaba su ingesta.
En 1853, el químico francés Charles Frédéric Gerhardt hizo un primer intento de acetilación de la salicina pero la solución dejaba serios efectos secundarios e impurezas. Aun así, sus experimentos fueron registrados en la comunidad científica del momento, aunque a su vez fueron olvidados por la elite médica. Luego de cuarenta y cuatro años, Félix Hoffmann recuperó del pasado estas investigaciones y las perfeccionó, obteniendo el ácido acetilsalicílico, principio activo de Aspirina.
Arthur Eichengrün, quien dirigía un grupo de investigación de nuevos fármacos de la Compañía Bayer en 1896, encomendó a Félix Hoffmann el hallazgo de una variedad del ácido salicílico que aminorara los efectos secundarios del original. El padre del encomendado Félix Hoffmann sufría de un reumatismo crónico tratado con ácido salicílico. El interés personal del joven químico endosaba el éxito de la investigación. El 10 de octubre de 1897, Félix Hoffmann anunciaba el procedimiento seguido para la obtención del denominado ácido acetilsalicílico. El método de su labor se centralizó en modificar y perfeccionar los experimentos realizados, en 1853, por el francés Charles Frédéric Gerhardt. La hallazgo científico de Hoffmann formuló un producto mucho más estable y químicamente puro, que el de su antecesor.
Aspirina fue el nombre comercial registrado por los laboratorios Bayer para esta sustancia, transformándose en el primer medicamento del grupo de los antiinflamatorios no esteroideos.
Más tarde, en 1971, el farmacólogo británico John Robert Vane, demostró que el ácido acetilsalicílico, suprime la producción de prostaglandinas y tromboxanos, lo que abrió la posibilidad de su uso en bajas dosis como antiagregante plaquetario, ampliando de esta manera, su campo comercial y compensando el hecho de que, en la actualidad, su uso como antiinflamatorio de elección haya sido desplazado por otros antiinflamatorios no esteroideos más eficaces y seguros.
Ya en el 1985, la secretaria del Servicio de Salud norteamericano Margaret Heckler, anunciaba que la dosis de una Aspirina diaria ayudaba en individuos que habían padecido de un infarto de miocardio, a prevenir nuevos ataques de isquemia coronaria.
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